miércoles, 30 de marzo de 2016

Componentes de la inteligencia emocional


La autoconciencia emocional, entendida como el conocimiento de uno mismo, constituye la piedra angular de la inteligencia emocional. El conocer nuestras propias emociones, aporta una mayor comprensión sobre las causas de nuestros sentimientos y un reconocimiento de las diferencias entre los sentimientos y las acciones que desencadenan.
El control de las emociones,  entendido como la capacidad para controlar nuestras emociones, se torna una habilidad fundamental para controlar nuestros sentimientos y adecuarlos al momento. Aporta a su vez una mayor tolerancia a la frustración y un manejo más adecuado de la ira y el enfado, sin necesidad de recurrir a la violencia; aporta sentimientos positivos de uno mismo y hacia los demás y aporta también un mejor manejo del estrés y por tanto de ansiedad social que éste puede desencadenar.
Aprovechamiento productivo de las emociones, entendido en esencia como la capacidad de motivarse a uno mismo, del mismo modo, el control de la vida emocional resulta fundamental para ensalzar la atención, la motivación,  la creatividad, la responsabilidad, la concentración y el autocontrol.
La empatía, entendida como la capacidad para reconocer y comprender las emociones de los demás, la capacidad  de detectar las señales que nos indican qué quieren los demás, aportando sensibilidad hacía los sentimientos ajenos y capacidad de escucha.
Dirigir las relaciones, entendido como la habilidad de relacionarnos adecuadamente con las emociones de los demás. La habilidad de establecer un trato adecuado con los demás dependerá, de nuestra capacidad de crear y cultivar las relaciones, de reconocer conflictos y solucionarlos, de encontrar el tono adecuado y de percibir los estados de ánimo de la otra persona.

jueves, 24 de marzo de 2016

Diferencia entre psicosis de ausencia y de presencia


La diferencia esencial consiste en que en la psicosis de ausencia hay, valga la redundancia, una ausencia absoluta de la madre, no hay una presencia simbolizante capaz de sustituir esa relación biológica que deja al individuo sin un modelo de relación, pero es la falta de la falta de la madre, la que genera este tipo de psicosis, de ahí utilizar el término de ausencia absoluta de la madre, porque al no haber, no va a faltar y al no faltar, deja al individuo sin modelo, sin embargo, en la psicosis de presencia se presenta una cierta inscripción en la figura materna, capaz de generar un saludable imago referenciado al sujeto.
Cuando la madre se aleja, permite hacer una diferenciación entre el niño y la madre. Este es un momento crucial para la formación de la posición subjetiva y el niño sólo podrá tener “existencia” psíquica, si puede hacer una distinción entre la madre y él.

Si la madre no tiene una falta, es decir, si hay una falta de la falta y se presenta como autoridad total y no permite la separación, generando la no admisión de otros factores tales  como el padre, los familiares, el trabajo, las leyes y las costumbres que se interpongan entre ella y el hijo, la consecuencia es el desarrollo de la estructura psicótica.

Si la ausencia es total, entendida como ausencia de la ausencia o falta de la falta, se generan las psicosis de ausencia como son el Autismo y la Esquizofrenia y si no llega a formalizarse ese vacío completo, de manera que persiste cierta inscripción de la función materna, que permite la construcción del imago, se generan las psicosis de presencia  como son la Melancolía, la Manía y la Paranoia.

martes, 22 de marzo de 2016

La neurosis


La neurosis se puede definir como la estrategia de desconexión emocional que desarrolla el individuo que padece un elevado grado de angustia, con la finalidad de esquivar o evitar lo que no acepta, es decir, lo que le parece inaceptable, tales como decepciones, frustraciones y sobre todo los sentimientos de angustia y ansiedad. Puede considerarse que en estos individuos se ven superados los mecanismos de afrontación innatos ante el estrés y cuando el mismo deriva en un trastorno de ansiedad, surge  un mecanismo de defensa diseñado particularmente para no enfrentarse a emociones o pensamientos amenazantes. El individuo que utiliza este mecanismo, rechaza de su conciencia aspectos de su realidad interna que no llega a perder del todo puesto que conserva un adecuado grado de introspección y conexión con la realidad pero se aleja de dichos sentimientos, pensamientos o deseos amenazantes mediante estrategias psicológicas repetitivas e inadaptativas, tales como por ejemplo; la represión, la proyección, el desplazamiento, la negación y la intelectualización, estrategias  que automatiza y usa sin darse cuenta, lo cual acaba suponiendo una distorsión del pensamiento racional que puede acabar afectando al funcionamiento social, familiar y laboral del individuo. La persona se autoengaña y no construye la sólida y verdadera integridad personal que le corresponde, altera la percepción de la vida  y acaba influyendo de forma negativa en su entorno.

sábado, 19 de marzo de 2016

Dolor y depresión

Podemos afirmar que los mecanismos psicofisiológicos del dolor crónico parecen jugar un papel importante en la depresión, aunque faltan datos objetivos para determinar si la depresión precede al dolor, si la depresión y el dolor crónico están asociados y si el dolor crónico por sus características provoca la aparición de un estado depresivo.

La depresión puede preceder al dolor cuando el origen del mismo es inexplicable desde otro punto de vista, como puede ser el caso de la Fibromialgia, también  basándose en el fundamento de que algunos fármacos antidepresivos resultan eficaces en el tratamiento de determinados tipos de dolor crónico ya establecidos donde no coexiste depresión o basándose en la neurosis de conversión de Freud o en los trastornos psicosomáticos.

La depresión y el dolor crónico pueden estar asociados, además de por lo mencionado, por el hallazgo de marcadores biológicos coincidentes en ambos, como es el caso del descenso de la serotonina o por la agregación familiar.

La depresión como único síntoma puede ser una expresión del dolor crónico en cuadros como la migraña, la cefalea tensional, las dorsalgias, el dolor abdominal, el dolor pélvico, la fibromialgia o el síndrome premenstrual.

Evolución del concepto de dolor

El dolor ha sido considerado tanto un fenómeno psicológico como sensorial. Los modelos que explican las causas del dolor proceden tanto de los filósofos como de sacerdotes, médicos y psicólogos. Aristóteles, entendía la experiencia de dolor como una emoción. Descartes lo consideraba el resultado de estímulos nocivos y los sacerdotes, sugerían que la experiencia de dolor era impuesta por Dios como una prueba de fe o una forma de castigo por el pecado.

A finales del siglo XIX, los fisiólogos y psicofisiólogos aportan una explicación sistemática de la experiencia del dolor mediante el denominado modelo fisiológico o unidimensional que consistió en conceptualizar la experiencia de dolor como una función únicamente de tipo sensitivo, en la que la cantidad de dolor experimentado debía ser directamente proporcional a la cantidad de tejidos alterados, dejando de lado los factores cognitivos y afectivos. En esta línea se considera al dolor como la transmisión directa y lineal del estímulo nociceptivo, pudiendo ser eliminado o reducido, bloqueando las vías patológicas que producen el dolor con agentes analgésicos, quirúrgicos, bloqueo de nervios, etc.

Si bien, se empezó a considerar que este modelo, directo y lineal, podría explicar el dolor agudo como causa orgánica definida, pero no ocurriría lo mismo con el dolor de tipo crónico donde el soporte orgánico no siempre está presente. Con las investigaciones que se realizaron en los años 70 se empieza a consolidar la ruptura con el modelo unidimensional mostrándose de forma convincente que la experiencia del dolor no se estructura simplemente en función de la cantidad de tejidos dañados, sino, más bien en una experiencia subjetiva, evaluada por el individuo que se puede describir como un complejo fenómeno multidimensional.

En la actualidad está ampliamente reconocido que el fenómeno del dolor como experiencia y expresión que afecta a todo el comportamiento humano, está influenciado por variables de tipo genético, constitucional, psicológico, social y cultural.

Es muy improbable que alguna faceta de este complejo fenómeno sea imputable a una sola de las fuentes de influencia. La mejor manera de describir el dolor es pensar en él como un producto interactivo de la combinación de las diversas fuentes mencionadas.

viernes, 18 de marzo de 2016

Los fantasmas en la psicosis y la neurosis


El fantasma desde el punto de vista analítico, es una producción imaginaria que el individuo tiene a su disposición para ciertas ocasiones más o menos frecuentes pero fundamentalmente para sustituir la realidad, para sustituirla por otra diferente o para repararla o adaptarla. Por ejemplo, para exteriorizar en la consciencia deseos reprimidos y llamar a un acto como puede ser una obra de arte. Pero también se pueden pensar las fantasías como representaciones no destinadas a convertirse en actos.

Freud nos dice que el neurótico sustituye una parte de la realidad intolerable por la fantasía, tomando de allí el material para la constitución de su deseo por medio de los mecanismos ya conocidos de conversión, desplazamiento y transformación y en la psicosis, la fantasía también constituye el lugar de donde se recoge el material o el modelo para edificar la nueva realidad. Pero el psicótico reemplaza la realidad exterior; y en cambio, el neurótico se apuntala en un fragmento de la realidad -diverso de aquel contra el cual fue preciso defenderse-, prestándole un significado particular y un sentido secreto. Así, para ambas, neurosis y psicosis, no sólo cuenta el problema de la pérdida de realidad, sino el de un sustituto de realidad.

En los neuróticos, los fantasmas son inconscientes y de gran importancia para la génesis de síntomas diversos, pues equivalen a las formas en que los componentes reprimidos de la libido encuentran su satisfacción. Constituyen también la base de los sueños. En la psicosis palabra y discurso están perturbados, lo que provoca una falla estructural en la constitución del fantasma.

miércoles, 16 de marzo de 2016

El concepto de cuerpo desde la psicología, la medicina y el psicoanálisis


Desde la psicología, la evolución del esquema corporal es paralela al desarrollo del yo, el cual, es la manera de ser que se expresa en diferentes conductas y que dan lugar a una personalidad. Para la psicología, yo y cuerpo son dos nociones íntimamente unidas y se llama “yo corporal”. La psicología es una disciplina que se mueve fundamentalmente dentro del ámbito de la consciencia.

Desde la medicina, el cuerpo u organismo es considerado como una unidad descriptible, como un instrumento que cumple una función o funciones que se ejercitan a través de un conjunto de órganos interconectados en la estructura corporal, en la cual, pueden aislarse distintos componentes. El cuerpo es pues el sitio donde la enfermedad se manifiesta, la cual, es visible y es objeto de conocimiento.

Desde el psicoanálisis el cuerpo es el que vehiculiza los efectos del discurso. Es una consecuencia de lo simbólico, de la cultura por tanto. El psicoanálisis es una disciplina que se mueve fundamentalmente en la esfera de lo inconsciente.

En definitiva, en psicología el cuerpo es la fusión del organismo y el yo consciente, el denominado “yo corporal”. En medicina el cuerpo es la estructura orgánica como tal, el lugar  donde se manifiesta la enfermedad, sin contar con el sujeto ni con la naturaleza ni con el discurso, siendo el sujeto desplazado, en este caso por un cuerpo descriptible, visible y clasificable. En psicoanálisis se tiene en cuenta al sujeto, la atención no estará puesta en el síntoma, sino en la forma especial de relatarlo, no observa al paciente, sino que atiende  a la dimensión del sujeto en detrimento del cuerpo anatómico. Se establece que el síntoma tiene un sentido y se encuentra enlazado a la vida psíquica del sujeto. Al síntoma se le conceptualiza como significante.

Concepto de salud, enfermedad y minusvalía


La OMS define salud como: “Estado completo de bienestar mental, físico y social y no meramente la ausencia de enfermedad o dolencia”

La OMS define enfermedad como: “Alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifiesta por síntomas y  signos característicos, y cuya evolución es más o menos previsible”

La OMS define minusvalía como: “Situación desventajosa para un individuo determinado, consecuencia de una deficiencia o de una discapacidad, que limita o impide el desempeño de un rol que es normal en su caso, en función de la edad, del sexo de factores sociales y culturales”

La definición de salud, ata al sujeto, lo ata con una propuesta de goce completo, propuesta imaginaria de goce posible, basada en los avances tecnológicos y la alusión a la inmortalidad. Por lo tanto, el precepto de goce inmediato como imperativo, que parece plantearse en esta definición de salud, contribuye a desintegrar al sujeto y a acentuar los malestares o enfermedades.

La definición de enfermedad, deja fuera al sujeto, lo excluye, ya que, con esta definición se separa la enfermedad del propio sujeto y es precisamente lo contrario, si nos fundamentamos en la definición que defiende la psicología psicosomática, es el sujeto con sus inadecuaciones a las condiciones de vida, con el rebosamiento de las condiciones de adaptación, con su desorganización mental, el que genera la enfermedad. Es por ello que tiene que ser el principal protagonista y no la patología en sí.

La definición de minusvalía es la definición más social que da la OMS de todas las que da cuando se refiere a las personas, porque aporta que es necesario considerar el tiempo, el lugar y los roles de cada individuo, porque acepta como referencia los valores sociales existentes y porque la plantea como un fenómeno social que representa las consecuencias sociales y ambientales que se derivan para el individuo por el hecho de tener deficiencias y discapacidades.

martes, 15 de marzo de 2016

Perspectivas del aparato psíquico


Perspectiva dinámica: en ella se  hace referencia a que, en el psiquismo, se produce de forma constante una lucha entre fuerzas antagónicas. Desde este modelo se pone en juego, sobre todo, las relaciones entre el consciente y el inconsciente, unas relaciones basadas en el conflicto. Las fuerzas antagónicas que se ponen en juego son fuerzas pulsionales, se trata de una  dinámica pulsional dualista. La orientación dinámica implica la consideración del concepto de fuerza y empuje. En los textos de Freud, el adjetivo dinámico sirve para designar las características especialmente del inconsciente

Perspectiva tópica: se refiere a una representación espacial del funcionamiento del aparato psíquico. Freud, en 1900, introduce una primera tópica en donde las instancias son el inconsciente, la percepción-conciencia y el preconsciente. En 1920, elabora una segunda tópica donde introduce el ello, el yo y el superyó.

Perspectiva económica: en ella se parte de la experiencia clínica y señala que hay una energía que circula por el aparato psíquico, vinculándose a determinadas representaciones y produciendo investimentos. Según este modelo, los procesos psíquicos consisten en la circulación y distribución de una energía cuantificable y susceptible de aumento, disminución y equivalencia. La finalidad del aparato psíquico es conseguir un cierto equilibrio. Esta perspectiva conlleva la idea de mantener siempre un nivel de energía lo más bajo posible. De esta forma se realiza un trabajo  múltiple; de transferencia de energía libre a ligada, de desplazamiento de cargas de energías y de elaboración. Podemos concluir que es aquí donde surgen los procesos de desplazamiento y condensación energética. Desde la base de esta perspectiva se estructuran tres principios importantes; el de constancia, el de placer y el de realidad.

domingo, 13 de marzo de 2016

La tolerancia en farmacodinámica


La “tolerancia” es el fenómeno según el cual un fármaco produce menos efectos terapéuticos cuando se administra durante mucho tiempo. En la mayoría de estos casos la tolerancia se asocia a la aparición de dependencia, esto es, a la necesidad de seguir administrándose el fármaco para que no aparezcan síntomas de abstinencia. No todos dan lugar al mismo grado de tolerancia y dependencia; muchos fármacos que no originan dependencia pueden dar lugar a una serie de síntomas adversos cuando se reduce de un modo brusco la dosis. Este fenómeno recibe el nombre de “síndrome de discontinuación”. Esto ocurre en el caso de algunos fármacos antidepresivos que actúan sobre la serotonina y puede reducirse si se disminuye la dosis de un modo progresivo.