miércoles, 30 de marzo de 2016

Componentes de la inteligencia emocional


La autoconciencia emocional, entendida como el conocimiento de uno mismo, constituye la piedra angular de la inteligencia emocional. El conocer nuestras propias emociones, aporta una mayor comprensión sobre las causas de nuestros sentimientos y un reconocimiento de las diferencias entre los sentimientos y las acciones que desencadenan.
El control de las emociones,  entendido como la capacidad para controlar nuestras emociones, se torna una habilidad fundamental para controlar nuestros sentimientos y adecuarlos al momento. Aporta a su vez una mayor tolerancia a la frustración y un manejo más adecuado de la ira y el enfado, sin necesidad de recurrir a la violencia; aporta sentimientos positivos de uno mismo y hacia los demás y aporta también un mejor manejo del estrés y por tanto de ansiedad social que éste puede desencadenar.
Aprovechamiento productivo de las emociones, entendido en esencia como la capacidad de motivarse a uno mismo, del mismo modo, el control de la vida emocional resulta fundamental para ensalzar la atención, la motivación,  la creatividad, la responsabilidad, la concentración y el autocontrol.
La empatía, entendida como la capacidad para reconocer y comprender las emociones de los demás, la capacidad  de detectar las señales que nos indican qué quieren los demás, aportando sensibilidad hacía los sentimientos ajenos y capacidad de escucha.
Dirigir las relaciones, entendido como la habilidad de relacionarnos adecuadamente con las emociones de los demás. La habilidad de establecer un trato adecuado con los demás dependerá, de nuestra capacidad de crear y cultivar las relaciones, de reconocer conflictos y solucionarlos, de encontrar el tono adecuado y de percibir los estados de ánimo de la otra persona.

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