El dolor ha sido considerado
tanto un fenómeno psicológico como sensorial. Los modelos que explican las
causas del dolor proceden tanto de los filósofos como de sacerdotes,
médicos y psicólogos. Aristóteles, entendía la experiencia de dolor como
una emoción. Descartes lo consideraba el resultado de estímulos nocivos y los
sacerdotes, sugerían que la experiencia de dolor era impuesta por Dios como una
prueba de fe o una forma de castigo por el pecado.
A finales del siglo XIX, los
fisiólogos y psicofisiólogos aportan una explicación sistemática de la
experiencia del dolor mediante el denominado modelo fisiológico o unidimensional
que consistió en conceptualizar la experiencia de dolor como una función
únicamente de tipo sensitivo, en la que la cantidad de dolor experimentado
debía ser directamente proporcional a la cantidad de tejidos alterados, dejando
de lado los factores cognitivos y afectivos. En esta línea se considera al
dolor como la transmisión directa y lineal del estímulo nociceptivo, pudiendo
ser eliminado o reducido, bloqueando las vías patológicas que producen el dolor
con agentes analgésicos, quirúrgicos, bloqueo de nervios, etc.
Si bien, se empezó a
considerar que este modelo, directo y lineal, podría explicar el dolor agudo
como causa orgánica definida, pero no ocurriría lo mismo con el dolor de tipo
crónico donde el soporte orgánico no siempre está presente. Con las
investigaciones que se realizaron en los años 70 se empieza a consolidar la ruptura
con el modelo unidimensional mostrándose de forma convincente que la
experiencia del dolor no se estructura simplemente en función de la cantidad de
tejidos dañados, sino, más bien en una experiencia subjetiva, evaluada por el
individuo que se puede describir como un complejo fenómeno multidimensional.
En la actualidad está
ampliamente reconocido que el fenómeno del dolor como experiencia y expresión
que afecta a todo el comportamiento humano, está influenciado por variables de
tipo genético, constitucional, psicológico, social y cultural.
Es muy improbable que alguna
faceta de este complejo fenómeno sea imputable a una sola de las fuentes de
influencia. La mejor manera de describir el dolor es pensar en él como un
producto interactivo de la combinación de las diversas fuentes mencionadas.
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