viernes, 17 de febrero de 2023

PNEI

Todas las personas tenemos un potencial interno para curarnos, nuestra actitud, en muchos casos, puede dirigir el rumbo de la enfermedad, nuestro cuerpo es capaz de producir mediadores químicos que favorecen a nuestro sistema inmune, en nosotros están las herramientas que pueden ayudarnos a mejorar nuestra salud, las mismas herramientas que nos pueden hacer enfermar, solo hay que aprender a usarlas.

La Psiconeuroendocrinoinmunología (PNEI) estudia la relación entre la mente, el sistema nervioso, el sistema endocrino y el sistema inmune, y nos muestra que la mente es la primera línea de contención que tiene el cuerpo para defenderse contra la enfermedad y alinearse a favor de la salud y el bienestar pero también para lo contrario, es decir, lo que nos decimos, lo que pensamos, puede curarnos o puede hacernos enfermar.
La experimentación en neurociencias ha demostrado sobradamente que nuestros pensamientos, nuestras interpretaciones acerca de lo que sucede, es decir, lo que nos contamos a nosotros mismos sobre lo que ocurre, genera emociones de un tipo u otro y estas emociones activan determinadas partes de nuestro cerebro, las cuales a su vez, mediante circuitos neuroendocrinos, activan determinadas glándulas de nuestros cuerpo, las cuales liberan mediadores químicos, tales como neurotransmisores, hormonas y enzimas que provocan cambios fisiológicos en nuestro organismo y en el sistema inmunológico.
La PNEI demuestra cómo se transforman las emociones en sustancias químicas, moléculas de información que influyen de forma determinante en el sistema inmunológico y en otros mecanismos de curación del cuerpo.
Pongamos un ejemplo, nuestra economía va mal, a duras penas llegamos a fin de mes, empezamos a pensar lo que nosotros creemos que nos va a ocurrir, empezar a decirnos que va a ir a peor, que no va a mejorar, que no vamos a conseguir ganar más dinero, que nos vamos a arruinar, que vamos a pasar frío y hambre, que nuestros hijos van a sufrir por ello, que los demás se van a reír de nosotros, que nos vamos a sentir humillados … esta película que nos estamos contando a todas horas en forma de rumiación, no es solamente un pensamiento sin más porque va a generar de forma inmediata una serie de consecuencias en nuestro cuerpo y mantenido en el tiempo, nos va a hacer enfermar, son las llamadas enfermedades psicosomáticas, explicadas desde la PNEI y que constituyen en torno al 75% de las consultas que se atienden en Atención Primaria.
Estos pensamientos catastróficos generan emociones, de tristeza, de angustia, de miedo, de irritabilidad, de baja autoestima, de desesperanza y estas emociones activan determinadas partes de nuestro cerebro, esto está más que demostrado en el campo de las neurociencias.
Cuando tenemos emociones negativas se activa una parte del cerebro denominada la amígdala y cuando esta se activa, mediante circuitos neuroendocrinos, estimula las glándulas suprarrenales y se produce una liberación de mediadores químicos tales como el cortisol y la adrenalina, las denominadas “hormonas del estrés” y cuando nuestro torrente sanguíneo se inunda de estas sustancias, ¿Qué ocurre?, ocurre que cumplen su cometido, aumentando la tensión arterial, la frecuencia cardiaca, la frecuencia respiratoria, la sudoración, alteran la función intestinal, activan el sistema nervioso simpático, etc., etc.
Este sistema de respuesta viene bien cuando tenemos que responder ante un peligro inminente que nos provoca miedo, por ejemplo un perro que vienen a modernos , esta reacción nos hace salir corriendo, nos pone el corazón y los músculos a tope para poder salvarnos y prescinde de favorecer a los órganos que no nos sirven en ese momento, tal como el digestivo o el urinario, ¿de qué nos vale que nuestro digestivo o nuestro sistema renal funcione bien si nos va a matar un perro? ... y entonces nuestro digestivo deja de funcionar bien “cagarse de miedo” y nuestra vejiga también ”mearse de miedo” … si pesamos menos porque aflojamos lastre, corremos más y no nos pilla el perro, es un mecanismo de defensa ancestral…
Pero que ocurre si el miedo dura 24 horas al día, 7 días por semana porque resulta que nos vamos a arruinar, nos van a embargar la casa y el coche y nos vamos a ver en la miseria, nos vamos a divorciar, etc. etc. … ocurre lo mismo, se activa la amígdala de forma indefinida, suelta a sus perros cortisol y adrenalina y nuestro organismo, no soporta estos cambios mantenidos en el tiempo sin pagar un precio muy alto, nos hacemos hipertensos, arrítmicos, tenemos problema musculares, problemas digestivos, de piel, etc. etc. … y problemas inmunológicos, nuestro sistema inmune no solo deja de defendernos de forma óptima, si no que se puede volver en nuestra contra y generar enfermedades autoinmunes, activar la oncogénesis (cáncer).etc... la palabra, lo que nos decimos, los que nos contamos de forma catastrófica, nos hace enfermar.
Cambiemos de tercio, empezamos a pensar que esos problemas económicos mejorarán, que encontraremos la forma de optimizar nuestra economía, que nada dura eternamente, que lo malo pasa y decidimos que en vez de quedarnos en casa “dándole vueltas al magín”, aislados, amargados y temerosos, vamos a buscar un trabajo mejor, vamos a ahorrar un poco, vamos a montar nuestra propia empresa, vamos a salir de viaje con la familia, vamos a salir al campo con nuestro perro o a jugar con nuestro gato … esto genera emociones positivas de alegría y esperanza y estimula otras partes del cerebro que no son la amígdala, la amígdala se apaga, y se activa el sistema de recompensa dopaminérgico y se empiezan a activar otros circuitos que en vez de liberar hormonas del estrés, segregan neurotransmisores y hormonas de la felicidad, tales como la oxitocina, la dopamina, serotonina, endorfinas, el resultado es entre otros, la activación del parasimpático, es decir, la relajación, la reparación y el fortalecimiento del sistema inmune… todo esto, en un ratito no hace gran cosa pero mantenido en el tiempo, cura, porque la palabra, lo que nos decimos, lo que nos contamos en ese diálogo interno que mantenemos con nosotros mismo, también cura, esto ya lo decía Hipócrates en el siglo V antes de Cristo…



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