Si bien la persona anciana
está mejor capacitada que los jóvenes para afrontar un duelo, debido al bagaje
que con la edad se va adquiriendo por la superación de otras múltiples pérdidas
de distinta índole, tales como; la pérdida de la capacidad física, de la memoria,
de la capacidad para trabajar, de la autonomía, de la libertad, de la intimidad
y de pérdidas humanas por el fallecimiento de otros familiares o amigos y si
bien en muchos casos, al igual que en otras etapas de la vida, conseguirán la
elaboración de un duelo natural, llegando a adaptarse a la pérdida, existen
factores específicos en esta etapa de la vida, que pueden entorpecer la
elaboración de dicho duelo. En el anciano hay tres características
fundamentales que pueden generar dicha dificultad en la adaptación a la
pérdida. En primer lugar, se encuentra el concepto de “dependencia”, ya que
solemos hablar de matrimonios de muy larga duración, en los que se establece
una gran dependencia en el sentido de que, a lo largo de la vida, los
matrimonios, se han apoyado y han estado juntos ante multitud de situaciones y
vicisitudes que han tenido que ir sorteando, generándose entre ellos, una gran
complicidad y dependencia que desaparece para siempre. En segundo lugar, se
encuentra el concepto de “soledad”, debido a que, con frecuencia, con la muerte
del cónyuge, el anciano doliente, no suele desplazarse a otra casa si su nivel
de autonomía en suficiente y, por lo tanto, tiene que enfrentarse a la
situación añadida de seguir viviendo en soledad, en la misma casa y en las
mismas dependencias donde durante tantos años ha vivido con su pareja ahora
fallecida. Por último, se encuentra el concepto de “institucionalización”. En
muchos casos el anciano no conserva autonomía para vivir solo en su casa y
puede que tampoco sea posible vivir en la de sus hijos por diversas razones,
viéndose en la encrucijada de ser ingresado en una residencia de ancianos,
situación en la que, por lo general, lo pierde todo; su casa, su familia y su
vida. En estas circunstancias, las probabilidades de duelo complicado e incluso
de la propia mortalidad, aumentan notablemente. Otra peculiaridad a resaltar,
es que el anciano, no solo tiene probabilidades de enfrentarse al duelo por la
pérdida del cónyuge sino también al de sus hijos y nietos y al margen de esto,
en ocasiones, se ve sometido a duelos dobles porque cuando fallece un nieto,
tiene que elaborar el duelo de esa pérdida y afrontar además el sufrimiento de
ver a su hijo afrontando el duelo.Concluyendo sobre estas
generalidades, debido al aumento de la esperanza de vida hasta los 80 y los 90
años, es frecuente encontrarse con un número elevado de ancianos que atraviesan
un duelo por la pérdida de su cónyuge y si bien son personas que se encuentran
en una edad muy avanzada de la vida, no se las debe subestimar ni sobreproteger
cuando se enfrentan a la elaboración de un duelo.
En la terapia del anciano ante el duelo complicado,
vamos a ensalzar el valor de las terapias cognitivo conductuales frente a los
psicofármacos por diversos motivos; en
primer lugar por las interacciones que los psicofármacos pueden generar sobre
las medicaciones crónicas que el anciano toma para patologías significativas
que puede padecer, en segundo lugar, el considerable aumento del riesgo de
caídas con las consecuentes y peligrosas fracturas, debido a los típicos
efectos secundarios de sedación, confusión y miorrelajación que estos fármacos
pueden acarrear y en tercer lugar, por los propios efectos secundarios
generales, dado que el anciano es un paciente especialmente sensible debido a
que el estado del funcionamiento orgánico está disminuido y se hace
obligatorio, el cálculo de la dosis adecuada, en relación sobre todo, al
funcionamiento renal y hepático. En lo referido a las terapias cognitivas, si
el anciano no responde a las mismas por presentar un deterioro cognitivo, las
terapias conductuales se adaptan y son eficaces porque el anciano responde bien
bajo el condicionamiento clásico y operante. Entre las técnicas que podremos
aplicar para mejorar la situación del anciano con duelo complicado, están las
dirigidas al control de ansiedad donde destacan la técnica de respiración
diafragmática y la técnica de relajación muscular progresiva, las dirigidas a
la reestructuración cognitiva donde se perseguirá que el anciano abandone las
creencias irracionales mediante la discusión de las mismas con el terapeuta
para que logre identificarlas, examinarlas y abandonarlas. A este respecto,
resaltar que la terapia grupal se muestra más efectiva en ancianos por los siguientes
motivos; ayuda a reconocer sus propias manifestaciones en los demás, favorece
el ataque de las ideas irracionales cuando el anciano escucha de otros, lo
mismo, pero desde distintos puntos de vista, ayuda a que se acepten como son, a
cambiar comportamientos que sean percibidos como inadecuados por los demás y en
definitiva supone un entrenamiento en habilidades sociales.
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