La técnica exploratoria inicial del duelo, con la finalidad de
configurar el perfil del doliente, debiera partir, de una historia clínica
completa, en la que se incluyeran todos los datos generales del paciente o
datos de filiación, los datos
personales, familiares y sociales, abordando los mismos en las distintas etapas
del nacimiento, la niñez, la adolescencia y la etapa adulta, del mismo modo,
deben constar; los antecedentes médicos personales del doliente y sus
familiares, el motivo de la dolencia actual, la evolución de la misma y si la
misma se ha presentado en el pasado en situaciones similares y cómo fue su
evolución en cada caso. Se debe añadir a la historia clínica inicial; un examen
físico que incluya una exploración general con pruebas complementarias si
procede, una evaluación cognitiva y psicológica, las pautas de tratamiento y un
programa de evolución, todo ello, para orientar la intervención y establecer
prioridades. En particular, para la valoración del duelo patológico, vamos a
mencionar el empleo de la escala de Bolwby y los ya comentados criterios diagnósticos de Prigerson.
Se debe tener en cuenta que la depresión será la manifestación psicopatológica
más típica y por lo tanto, habrá que ejercer el diagnóstico
diferencial que puede plantear la misma con otros trastornos psiquiátricos,
tales como; la esquizofrenia, otros trastornos psicóticos, trastornos esquizoafectivos,
trastornos de ansiedad, trastornos adaptativos y trastornos por abuso de
sustancias y del mismo modo con causas médicas; las de tipo neurológico tales
como; los trastornos cerebrovasculares, demencias, epilepsia y párkinson entre otras, las de
tipo endocrino, tales como el hipotiroidismo, la enfermedad de Cushing y de
Addison, las de tipo infeccioso o inflamatorio, tales como la artritis
reumatoide o el lupus y otras afecciones tales como las neoplasias, las
enfermedades crónicas cardiovasculares y las carencias vitamínicas sobre todo
por vitamina B12, folato y tiamina.
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