sábado, 23 de abril de 2016

La transferencia

La transferencia puede definirse como la función mediante la cual un sujeto transfiere, de manera inconsciente, y revive, en sus vínculos nuevos, sus antiguos sentimientos. Estas emociones reaparecen en el presente tal y como las hemos imaginado o como fantasías del pasado.

Laplanche, con otras palabras, la define como el proceso en virtud del cual los deseos inconscientes se actualizan sobre ciertos objetos, dentro de un determinado tipo de relación establecida con ellos y, de modo especial, en la cura analítica. Se trata de una repetición de prototipos infantiles, vivida con un marcado sentimiento de actualidad.

Se puede afirmar que la transferencia es la piedra angular de la cura, pudiéndose definirse dicha transferencia en base a su instauración, sus modalidades, la interpretación y la resolución.

La instauración de esta especie de lazo afectivo es automática, inconsciente, independiente del contexto real e  inevitable. El paciente o el sujeto se dirigen a alguien al que le supone un saber sobre lo que le pasa y esto sucede en todas las facetas de la vida. Por eso importará al terapeuta que se puedan entender y registrar las diversas figuras que pueden encarnar para el sujeto aspectos tales como; autoridad, madre, padre, amigo, pareja y todo lo que facilite la comunicación con el paciente.

En cuanto a las modalidades, podemos considerar una transferencia positiva a aquella que se compone de elementos amistosos conscientes, y de otros cuyas prolongaciones se encuentran en el inconsciente, manifestando tener un fondo erótico y como transferencia negativa a aquella que se compone de la agresividad hacia el analista y la desconfianza. La transferencia será por tanto un arma de doble filo. Por una parte, es lo que permite hablar y por otra, puede ser el lugar de la mayor resistencia a poner palabras o simbolizar.

Y a propósito de esta reflexión, definiremos resistencia como lo que impide a la persona producir material derivado del inconsciente. Manifestaciones de resistencia serían dejar de hablar, hostilidad, frialdad, incomodidad, un discurso incoherente o un alejamiento del elemento traumático.

Conviene definir también en este contexto el término contratransferencia como los sentimientos que le despierta el sujeto al terapeuta y convendría por parte del terapeuta,  poder generar una distancia emocional con respecto a la transferencia del sujeto.

Y por último, la interpretación, entendida como instrumento de transmisión que tiene el analista hacia el paciente, con funciones de ayudar al sujeto a eliminar sus resistencias y con la intención de poder enlazar la historia de dicho sujeto. En definitiva, ayudar a que algo inconsciente se haga consciente. A este respecto es interesante referir lo que argumenta Freud respecto al momento de la interpretación, que dice que las fuentes energéticas de la curación son la interpretación y la transferencia positiva y que puesto que el analizado hará uso de las interpretaciones sólo cuando se encuentra en buena relación con el analista, éste debe hacer sus interpretaciones sólo cuando el paciente esté en transferencia positiva, o bien, si no es el caso, debe analizar las resistencias de la transferencia para poder reestablecer la  transferencia positiva.





                   








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