Se trata de un tema complejo, no
parece ser suficiente el enfoque social que se centra en el concepto que impera
en la sociedad actual de tener el cuerpo ideal, delgado, en el concepto de
rechazar la gordura y en la agresiva publicidad que se instaura en este
sentido. Somos muchos los expuestos a ese universo de estereotipos, sin
embargo, es solo un bajo porcentaje el de personas que presentan el trastorno
que nos acontece. En esta misma línea, la anorexia puede ser considerada
como la expresión de un cierto malestar de esta cultura que nos habita, aparece
como una forma de respuesta a una sociedad que estimula solo la imagen. El
Otro, que es representado por la madre y cuya continuidad está enlazada con lo
social, establece un sujeto determinado por los imperativos legales,
económicos, laborales, nutricionales, etc.
El conflicto surge cuando esa madre no puede darle al niño lo que
realmente necesita. Ese Otro, se ve empujado a estar atento a satisfacer las
necesidades. Ese Otro de nuestros días, de nuestra sociedad, en vez de amor,
juegos, tiempo, etc, intenta satisfacer la necesidad procurando dar objetos de
goce más que de deseo. A partir de aquí
podemos hacer un enlace con el psicoanálisis, centrándonos en la idea de que la
madre es un ser poderoso en la medida que ella interpreta las necesidades del
niño. Si llora, la madre piensa en sus necesidades, frío o hambre, etc. De esta forma, se van
poniendo nombre a las demandas del niño, que la madre interpreta y que tiene
que ver con la demanda. El alimento se constituye aquí como un mediador
importante entre la madre y el hijo. Si el bebé llora, la madre tiende a
alimentarlo, pero si el bebé llora más aparece el interrogante y la madre puede
seguir intentándole alimentar propiciando que aparezca el conflicto en relación
con el alimento, por lo ya comentado, por procurarle al niño objetos de goce en
vez de deseo. Para el niño, el pecho no es sólo alimento, es también un factor
erótico, un objeto de goce, de amor y es este el nivel donde el bebé queda
insatisfecho y por eso puede llorar todavía más. Es normal que el niño sueñe
con ese pecho y que intente retener ese objeto de goce de alguna forma. A partir
de aquí, se puede enfocar la cuestión de la alimentación en torno a la
problemática del deseo que agobia al futuro sujeto anoréxico. No comer será una
estrategia de rechazo al colapso de objetos de goce que a toda costa tratan de
anularle como sujeto deseante. Es un mensaje en el que el sujeto le dice al Otro,
que a pesar de colmarle con los objetos (comidas cuando llora), hay algo que el
sujeto desea, que el sujeto pide y quiere que respeten, que es ese derecho de
deseo que no tiene que ver con al obturación de la carencia (hambre) sino con
todo lo demás, con el cariño, con el amor, con el juego,etc. En la anorexia, decía Lacan que no se trata de no
comer nada, sino de “comer nada”, donde “nada” es un “algo” que sólo existe en el
plano de lo simbólico. Es ese “nada” con el que manifiesta un respeto por su
deseo, por su ser de deseo. Se podría decir en cierto modo que la anorexia hace
que la nada, alimente. Podemos completar la idea ejemplificando que la
paciente anoréxica juega de forma
continua a comer a la madre y a vomitarla porque prefiere no tenerla, pero a veces
el impulso es excesivo y se atiborra, tal y como pudo hacer la madre con ella
cuando insistía en darla de comer y satisfacer la demanda de goce en vez del
deseo. Después la tendrá que vomitar. Es el intento de simbolización de una
ausencia-presencia. Finalmente podemos decir, que en la anorexia, existe un alto
grado de goce. Un nivel de goce que aunque implique dolor, el sujeto no quiere
renunciar a lo conseguido, una individualidad propia, una identificación con el
síntoma que da identidad.
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