domingo, 17 de abril de 2016

La anorexia y el psicoanálisis


Se trata de un tema complejo, no parece ser suficiente el enfoque social que se centra en el concepto que impera en la sociedad actual de tener el cuerpo ideal, delgado, en el concepto de rechazar la gordura y en la agresiva publicidad que se instaura en este sentido. Somos muchos los expuestos a ese universo de estereotipos, sin embargo, es solo un bajo porcentaje el de personas que presentan el trastorno que nos acontece. En esta misma línea, la anorexia puede ser considerada como la expresión de un cierto malestar de esta cultura que nos habita, aparece como una forma de respuesta a una sociedad que estimula solo la imagen. El Otro, que es representado por la madre y cuya continuidad está enlazada con lo social, establece un sujeto determinado por los imperativos legales, económicos, laborales, nutricionales, etc.  El conflicto surge cuando esa madre no puede darle al niño lo que realmente necesita. Ese Otro, se ve empujado a estar atento a satisfacer las necesidades. Ese Otro de nuestros días, de nuestra sociedad, en vez de amor, juegos, tiempo, etc, intenta satisfacer la necesidad procurando dar objetos de goce más que de deseo. A  partir de aquí podemos hacer un enlace con el psicoanálisis, centrándonos en la idea de que la madre es un ser poderoso en la medida que ella interpreta las necesidades del niño. Si llora, la madre piensa en sus necesidades,  frío o hambre, etc. De esta forma, se van poniendo nombre a las demandas del niño, que la madre interpreta y que tiene que ver con la demanda. El alimento se constituye aquí como un mediador importante entre la madre y el hijo. Si el bebé llora, la madre tiende a alimentarlo, pero si el bebé llora más aparece el interrogante y la madre puede seguir intentándole alimentar propiciando que aparezca el conflicto en relación con el alimento, por lo ya comentado, por procurarle al niño objetos de goce en vez de deseo. Para el niño, el pecho no es sólo alimento, es también un factor erótico, un objeto de goce, de amor y es este el nivel donde el bebé queda insatisfecho y por eso puede llorar todavía más. Es normal que el niño sueñe con ese pecho y que intente retener ese objeto de goce de alguna forma. A partir de aquí, se puede enfocar la cuestión de la alimentación en torno a la problemática del deseo que agobia al futuro sujeto anoréxico. No comer será una estrategia de rechazo al colapso de objetos de goce que a toda costa tratan de anularle como sujeto deseante. Es un mensaje en el que el sujeto le dice al Otro, que a pesar de colmarle con los objetos (comidas cuando llora), hay algo que el sujeto desea, que el sujeto pide y quiere que respeten, que es ese derecho de deseo que no tiene que ver con al obturación de la carencia (hambre) sino con todo lo demás, con el cariño, con el amor, con el juego,etc. En la anorexia, decía Lacan que no se trata de no comer nada, sino de “comer nada”, donde “nada” es un “algo” que sólo existe en el plano de lo simbólico. Es ese “nada” con el que manifiesta un respeto por su deseo, por su ser de deseo. Se podría decir en cierto modo que la anorexia hace que la nada, alimente. Podemos completar la idea ejemplificando que la paciente anoréxica juega  de forma continua a comer a la madre y a vomitarla porque prefiere no tenerla, pero a veces el impulso es excesivo y se atiborra, tal y como pudo hacer la madre con ella cuando insistía en darla de comer y satisfacer la demanda de goce en vez del deseo. Después la tendrá que vomitar. Es el intento de simbolización de una ausencia-presencia. Finalmente podemos decir, que en la anorexia, existe un alto grado de goce. Un nivel de goce que aunque implique dolor, el sujeto no quiere renunciar a lo conseguido, una individualidad propia, una identificación con el síntoma que da identidad.






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