miércoles, 6 de julio de 2016

Principales conceptos de los trastornos psicosomáticos

La psicología psicosomática consiste en formular de manera empírica las leyes que rigen las relaciones entre un acontecimiento psicológico y otro fisiológico que coinciden en el tiempo y al mismo tiempo podemos decir que consiste en formular las leyes entre procesos psicológicos y actividad neuroendocrina e inmunológica y también lo relativo a las influencias socio ambientales y las respuestas psicoorgánicas. En definitiva, el objetivo fundamental de su estudio es la enfermedad entendida como una conjunción necesaria de factores biológicos, psicológicos y sociales y en función de ello encamina el diagnóstico y tratamiento.

Por otro lado, podemos establecer que los objetivos de la psicología psicosomática van encaminados a reconocer los modos en los que se expresa la angustia, los momentos en los que aparece la tensión, las razones de porqué un contexto genera un papel patológico, saber ubicar el origen de una pérdida afectiva o una herida narcisista, saber ubicar los periodos de crisis que amenazan la homeostasis biopsicosocial, conocer los perfiles de los distintos tipos de personalidad psicosomática, saber qué tipo de organizaciones psíquicas convierten al sujeto en más vulnerable y comprender qué particularidades del desarrollo infantil pueden favorecer dichas organizaciones psíquicas.
La psicología psicosomática se aplica con intervenciones subjetivas y  de forma individual, en sujetos que no presentan causa orgánica. La dinámica del proceso de enfermar se fundamentaría en la reactividad al componente psicológico, el cual, actuaría mediante diversos mecanismos de respuesta predominantemente fisiológicos y relacionados entre sí, sobre diversos sistemas, órganos y tejidos, provocando enfermedad. Actualmente no se pone en duda la relación entre los conflictos psíquicos como el estrés y los trastornos orgánicos y emocionales de diversos tipos, pudiendo provocar trastornos en prácticamente todos los órganos del cuerpo humano y pudiendo ser responsable de los diversos trastornos por ansiedad y trastornos afectivos. Al componente psicológico se le puede caracterizar en su relación con la enfermedad; como factor de riesgo desencadenante, como variable responsable del desarrollo, como variable de agravamiento y cronificación de la enfermedad y como factor de riesgo junto a otras variables (antecedentes familiares de enfermedad, edad, hábitos tóxicos, hábitos generales, enfermedades previas, ambiente, etc).

Podemos asegurar que todos los sistemas orgánicos pueden ser potencialmente vulnerables al componente psicológico o dicho de otra forma, todos pueden convertirse en expresión corporal patológica de un conflicto psicológico, de manera que el cuerpo actúa como canal de expresión del malestar psicológico. Particularmente desde el enfoque psicosomático, utilizaremos los términos: somatización y los mecanismos de desplazamiento, emigración, sustitución, simbolización y psicosis, cuyo abordaje será fundamental en terapia. Poniendo un ejemplo, el tracto gastrointestinal es una de las localizaciones u órganos diana más frecuentes de los trastornos producidos por el estrés (componente psicológico), debido a la gran cantidad de terminaciones nerviosas del sistema autónomo que lo inervan. Se ha asociado fundamentalmente a la úlcera gastroduodenal  y al síndrome de colon irritable. En definitiva, el componente psicológico, actúa sobre el componente corporal con tal transcendencia, que repercute en el inicio, mantenimiento y recuperación o no de la enfermedad y esta conexión se fundamenta en la existencia de complejas  vías neuroanatómicas y neuroendocrinas que se activan con la percepción del conflicto psíquico y repercuten fisiológicamente en la enfermedad.
Del mismo modo es importante recordar que la persona candidata a padecer un trastorno psicosomático se caracteriza porque  hay una gran dificultad en ella para establecer la coincidencia entre lo psíquico y lo físico, una dificultad para encontrar ese nexo y son personas que suelen coincidir en una serie de requisitos tales como: tener una lesión orgánica detectada por técnicas médicas, tener una gran dificultad para exteriorizar los conflictos afectivos, tener un plano relacional afectivo pobre, una gran adaptación al medio, un mecanismo de defensa de desvinculación de la realidad, pragmatismo, carencia de subjetividad, alta resistencia a los tratamientos médicos y psicoterapéuticos y una tendencia a la Alexitimia.

martes, 5 de julio de 2016

Enfermedades raras

Enfermedad rara es aquella que tiene una prevalencia de menos de 5 casos por 10.000 habitantes, lo que equivale a un 6-8% de la población europea. Esto equivale a 29 millones de afectados en Europa y a 3 millones en España.

A pesar de la baja prevalencia, son enfermedades muy importantes en la vida de las personas que las padecen, debido a que en la mayoría de los casos, son trastornos crónicos y graves, que suelen aparecer a corta edad aunque también en la edad adulta. Estas personas requieren un tratamiento adecuado con todos los recursos al alcance, entre ellos, los recursos psicológicos, junto a un enfoque multidisciplinar.

Los principales hándicaps presentes en el abordaje de este tipo de enfermedades son: la dificultad en el diagnóstico precoz, la falta de enfoque multidisciplinar y la escasez de información y apoyo en el momento del diagnóstico. Por todo ello la labor del Psicólogo se tornará de vital relevancia.

Hay una serie de características que suelen compartir las enfermedades raras y que son las siguientes: son hereditarias y habitualmente se inician en la edad pediátrica. Son de carácter crónico y progresivo, asociándose a elevada discapacidad, morbilidad y mortalidad. Son complejas en su etiología, diagnóstico y pronóstico. Requieren un abordaje multidisciplinar.

Los principales ejemplos de enfermedades raras, sin entrar en su descripción son los siguientes: las Ataxias, el Síndrome de Beckwith- Wiedemann, la Distonía muscular, la Enfermedad de Huntington, la Epidermolisis Bullosa, la Extrofía vesical, la Leucodistrofia, la Neurofibromatosis, la Osteogénesis imperfecta, la Paraparesia espástica familiar, los Quistes de Tarlov, el Síndrome de Apert, el Síndrome de Williams, la Telangiectasia Hemorrágica Hereditaria (Rendu Osler Weber), y la enfermedad de Von Hippel Lindau.