Usted puede
apresurarse a sacar arbitrariamente una conclusión negativa que no está
justificada por los hechos de la situación planteada. Dos ejemplos de esta
actitud son la "lectura del pensamiento" y el "error del
adivino".
Lectura del pensamiento: usted supone que otras
personas le desprecian, y está tan convencido de ésto que ni siquiera se toma
la molestia de comprobarlo. Suponga que está pronunciando una excelente
conferencia y nota que un hombre sentado en la primera fila está cabeceando.
Ese hombre ha estado casi toda la noche en pie, de juerga, pero usted, desde
luego, no lo sabe. Usted podría experimentar el pensamiento siguiente:
"Este público piensa que soy aburrido". Suponga que un amigo pasa a
su lado por la calle y no le saluda porque está tan absorto en sus pensamientos
que no le ve. Usted podría llegar a la siguiente conclusión errónea: "Me
ignora, así que ya no debo caerle bien": Tal vez su cónyuge no está
receptivo una noche porque ha recibido una crítica en el trabajo y está muy
molesto como para querer hablar de ello. A usted se le cae el alma a los pies
por la manera que interpreta ese silencio: "Está enfadado conmigo. ¿Qué es
lo que hice mal?
Tal vez usted
responda a estas reacciones negativas imaginarias retrayéndose o
contraatacando. Esta conducta contraproducente puede actuar como una profecía
que se cumple a sí misma e iniciar una interacción negativa en una relación
cuando en el fondo no pasaba nada.
El error del adivino: es como si tuviera la bola de cristal que sólo le predijera
tristeza. Usted imagina que va a suceder algo malo, y toma esta predicción como
un hecho aún cuando no sea realista. La bibliotecaria de una escuela
secundaria se repetía a sí misma durante sus ataques de ansiedad: "Me voy
a desmayar o a volverme loca". Estas predicciones no eran realistas porque
ella nunca se había desmayado (¡ni vuelto loca!) en toda su vida. Ni tenía
ningún síntoma grave que sugiriera una inminente locura. En una sesión de
terapia, un médico que padecía una aguda depresión me explicó por qué
abandonaba su profesión: "Me doy cuenta de que estaré deprimida toda la
vida. Mi aflicción seguirá y seguirá, y estoy absolutamente convencido de que
este tratamiento o cualquier otro están destinados al fracaso". Esta
predicción negativa sobre su pronóstico le hacía sentir desesperanzado. la
mejora que experimentaron sus síntomas poco después de haber empezado la terapia
indicó cuán desacertada había sido su profecía.
¿Usted siempre
se apresura a sacar conclusiones como las expuestas en el párrafo anterior?.
Suponga que telefonea a un amigo que no le devuelve la llamada después de un
tiempo razonable. Usted entonces se siente deprimido cuando se dice a sí mismo
que probablemente su amigo recibió el mensaje pero no mostró interés alguno en
llamarlo por teléfono. ¿Cuál es su distorsión?. Leer el pensamiento de los
demás. Usted se amarga y decide no volverlos a llamar ni averiguar qué pasó,
porque se dice a sí mismo: "Va a pensar que soy un pesado si lo vuelvo a
llamar. Me voy a poner en ridículo": A causa de estas predicciones
negativas (el error del adivino), usted evita a su amigo y se siente humillado.
Tres semanas después se entera de que su amigo no había recibido el mensaje.
Resulta que todo aquel lío fue sólo un cúmulo de tonterías autoimpuestas. ¡Otro
doloroso producto de la magia de su mente!
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