En la actualidad, aceptamos
que prácticamente todos los sistemas de nuestro organismo pueden ser potencialmente
vulnerables al estrés. El estrés genera diferentes disfunciones como
consecuencia de cambios fisiológicos y bioquímicos que provocan la activación
del sistema nervioso. “La reactividad
al estrés, actúa mediante diversos
mecanismos de respuesta relacionados entre sí, sobre diversos sistemas, órganos y tejidos”.
El estrés parece estar relacionado sobre todo, con la génesis y el
mantenimiento de enfermedades cardiovasculares, tales como la enfermedad
coronaria y la hipertensión arterial, de enfermedades respiratorias como el
asma, de enfermedades del aparato digestivo como la úlcera gastroduodenal y el colon irritable,
de enfermedades del sistema endocrino como la diabetes tipo II, de enfermedades dermatológicas
como la urticaria o el prurito, de enfermedades reumatológicas como la artritis
reumatoide y la fibromialgia, de trastornos neurológicos como la cefalea, las crisis
de epilepsia y las exacerbaciones de la
esclerosis múltiple, entre otras. Finalmente se ha relacionado al estrés con la
activación de procesos cancerígenos.
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