jueves, 20 de julio de 2017

Sobre la paradoja de los antidepresivos y el suicidio

Bajo la premisa de que los trastornos anímicos requieren un abordaje multidisciplinar, llevamos ya unos años alojados en la montaña rusa que supone el debate acerca de si el tratamiento con antidepresivos supone aumentar el riesgo de conductas suicidas, sobre todo, en pacientes menores de 25 años. Dejando a un lado las bases bioquímicas y neurobiológicas, los estudios más recientes coinciden en que puede aumentar el riesgo de ideación o comportamiento suicida y agresividad pero no el riesgo de consumación del suicidio, en cuyo caso, lo disminuiría. Una de las principales causas de suicidio consumado es el trastorno depresivo mayor no tratado y este tipo de trastornos contemplan en sí la ideación suicida. Por lo tanto, el famoso recuadro que incluyen en su prospecto muchos antidepresivos de primera línea, alertando de la posibilidad de un aumento del riesgo de conductas suicidas en la fase inicial del tratamiento, lejos de entenderse como una alerta en el sentido de que es recomendable aumentar la vigilancia sobre las personas afectadas, se ha demostrado que en la comunidad médica se ha traducido en una disminución significativa de la prescripción de estos medicamentos, con el consecuente aumento de trastornos depresivos mayores no tratados farmacológicamente.